miércoles, 14 de enero de 2009

La banalidad del lenguaje

Las imágenes de la guerra que se libra en la franja de Gaza repugnan la sensibilidad de millones de personas. Los que pensamos que esta ofensiva militar fomentará más el odio y no resolverá el endémico conflicto entre israelíes y palestinos, nos movemos en el dilema de respeto y admiración al pueblo judío y el sufrimiento absurdo de tantos palestinos que viven en condiciones infrahumanas y son víctimas de una guerra cuyo balance de muertos es desproporcionado.

Por muy justificadas que sean las razones de Israel y Hamas para entregarse a esta barbarie debe existir una fórmula para detener la violencia.

Israel ha privado de un territorio propio a los palestinos que quedaron dentro de las tierras conquistadas en su fulgurante guerra de junio de 1967. Mientras no se resuelva este contencioso satisfactoriamente por las dos partes no habrá paz, ni con el poderío militar de Israel ni con las acciones terroristas de Hamas en cuyos estatutos se escribe que "el profeta, que Alá le bendiga y le dé la salvación, ha dicho: el día del Juicio no llegará hasta que los musulmanes combatan contra los judíos (matando a los judíos). Cuando el judío se esconda detrás de piedras y árboles, las piedras y los árboles dirán: Oh musulmanes, oh Abdulla, hay un judío detrás de mí, ven a matarlo."

Produce escalofrío y se entiende el radical enfrentamiento entre dos pueblos que tienen insuperables dificultades para convivir. Ya sé que es imposible tener una posición equidistante sin que seas acusado por unos o por otros. La misma ministra de Exteriores israelí, Tzipi Livni, ha dicho que se está con Israel o contra Israel.

Depende en qué y cuándo.

Lo que me inquieta de este conflicto es la banalidad del lenguaje. Cambiar el sentido de las palabras, dijo primero Montaigne y luego Lewis Carroll, es el primer paso para deformar la realidad.

Hablar de genocidio en Gaza es adulterar su significado si se compara con el exterminio de seis millones de judíos de varias nacionalidades europeas que sufrieron torturas, asesinatos y viajes macabros a las cámaras de gas.

Es un genocidio lo que ocurrió en los campos de la muerte de Camboya, la hambruna provocada por Stalin en Ucrania, la matanza de armenios por parte de los turcos en 1915, la eliminación de una etnia en Ruanda en los años noventa. Encuentro desproporcionadas las pancartas que hablan de genocidio en Gaza. Es otra cosa.

Lluís Foix - Enero 2009

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