jueves, 19 de junio de 2008

Nuevo efecto subprime : Tent Cities‏

COMIENZAN A FLORECER EN CALIFORNIA

Nuevo efecto subprime: "Ciudades de tiendas de campaña" en EEUU


La crisis "supbirme" continúa haciendo estragos en EEUU. Si hace unos meses se vendían casas a 100 dólares e incluso se regalaban, ahora cientos de ciudadanos en este país han pasado a agruparse en pequeñas ciudades de tiendas de campaña. En algunas zonas de California han comenzado a florecer lo que denominan "tent cities", concentraciones de tiendas de campaña donde sobreviven centenares de personas sin techo. Muchas de ellas, consideran que es la única salida que les queda al embargo de su casa tras el estallido "subprime".

LD (Luis F. Quintero) Los embargos de viviendas continúan tiñendo de rojo el mapa de los Estados Unidos. La crisis de las hipotecas de alto riesgo, crisis "subprime" o "housing crash", está haciendo florecer un nuevo estilo de vida en todo el estado de California. En Ontario, se localiza uno de los asentamientos de tiendas de campaña o "tent cities" más grandes. En ella, decenas de "sin techo" tratan de sobrevivir tras quedarse sin casa. El fenómeno se repite en otras zonas de California como Sacramento aunque aún no ha recibido demasiada atención por parte de los medios de comunicación norteamericanos.

Según recogen algunos diarios regionales de California como Daily Bulletin, la concentración de personas sin hogar en Ontario se está convirtiendo en un asilo regional. Aún nadie sabe exactamente cuántos habitantes tiene esta pequeña ciudad de tiendas de campaña pero sigue creciendo y superando todas las expectativas. Las zonas sin edificar en la Avenida Cucamonga y la Calle Jefferson en Ontario ya están llenas de tiendas, campistas y refugios sin registrar. Las "tent cities" se están convirtiendo en la única alternativa que les queda a muchas de las familias cuyas viviendas han sido embargadas por la crísis de crédito e hipotecas basura que azota los EEUU.

Según el Alcalde de Ontario, Paul León, "está tomando vida propia, nunca pensamos que podría adquirir este tamaño tan rápido". La zona campista al oeste del Aeropuerto, comenzó a formarse en julio de 2007 como asilo para gente sin hogar. En las últimas semanas, han llegado cerca de 400 personas de todos los rincones de la región.

Uno de los residentes de esta "tent city" en Ontario asegura que está "creciendo y creciendo desde los últimos cuatro meses y no he visto a nadie que se marche". Este residente, llamado Carlos Villalobos, ha señalado que este campamento se ha hecho tan popular porque la policía deja a la gente allí sola cuando lo normal es que no deje que los sin techo duerman en las calles. Además, la ciudad también proporciona agua, aseos y recoge la basura. Las iglesias, a su vez, proporcionan alimento.

Pese a que algunas de las personas que viven en este asentamiento lo consideran algo fabuloso, muchos están preocupados por su situación. Uno de ellos señala que es necesario hacer algo porque la "ciudad de tiendas de campaña" no puede ser la solución al problema. Temen brotes de enfermedades o violencia.

"¡Esto es un campo de concentración!"

La policía ha marcado con colores a los residentes en Ontario para controlar la gente que puede qeudarse y la que ha de marcharse del asentamiento. Los funcionarios han comenzado a comunicar a los sin techo de Ontario que la ciudad sólo puede proporcionar espacio para quienes puedan demostrar que una vez vivieron allí.

Docenas de policías de la ciudad y oficiales de ejecución, han bajado al campamento y separan a aquellos que podrían quedarse de aquellos que tendrán que partir. La muchedumbre se agolpa en filas detrás de los controles policiales. En ellos, los agentes reparten diferentes códigos de colores con los que marcan los puños de los campistas. El azul quiere decir que eran de Ontario y pueden permanecer. El color naranja diferencia a quienes tienen que proporcionar más pruebas para evitar el desahucio y el blanco, para aquellos que tienen una semana para abandonar el campamento.

Algunos de los campistas marcados aborrecen la medida. Pattie Barnes, una mujer de 47años que tiene su campamento remolcado desde la pasada semana a las afueras del asentamiento había entrado en cólera al hablar con los periodistas: "Nos marcan porque no tenemos techo, esto parece un campo de concentración".

Prohibidos los perros

Además, la policía ha establecido determinadas reglas y ha remolcado una veintena de tiendas de campaña fuera de la "tent city". Entre las normas de seguridad que se han establecido incluye la prohibición de tener animales domésticos ante la amenaza de mordeduras de perro y el posible brote de enfermedades entre los animales.

La medida contra la tenencia de mascotas ha provocado que se extienda la cólera y las lágrimas desde el pasado lunes. Algunas de las personas sin hogar, aseguraban que no podían imaginarse la vida sin sus perros. Muchos tienen incluso tres o cuatro y juraron que dejarían antes la ciudad-acampada, antes que abandonar a sus mascotas.

Borja Juez
www.keepontravelking.blogspot.com

miércoles, 4 de junio de 2008

Crisis alimentaria: regresa el holocausto olvidado

Hace 60 años, en India, una hambruna mató a 6 millones de personas en las provincias de Bihar, Orissa y Assam bajo la férrea ocupación colonial inglesa. En 1943 el precio del arroz comenzó a incrementarse y en unos cuantos meses se cuadruplicó. Para 1945, 4 millones de personas habían perecido de hambre por el alto precio de los alimentos.
La historia económica de Bengala revela que mantuvo durante mucho tiempo un sistema productivo robusto, basado en la agrobiodiversidad, que exportaba excedentes y aseguraba alimentos para la población entera. Pero llegó la administración colonial inglesa y barrió con todo. En efecto, la hambruna fue provocada por la rapacidad de la Compañía de Indias y el cinismo del imperio inglés. Al amparo de sus políticas, se incautaron cosechas, se impulsaron las exportaciones para “no distorsionar los flujos de comercio” y se restringieron las importaciones por razones estratégicas. Para colmo, el avance japonés en el sudeste asiático y la ocupación de Birmania (Myanmar) convencieron a los ingleses de que los recursos de Bengala no podían caer en manos enemigas y aplicaron una política de tierra rasada que destruyó lo que quedaba de la agricultura campesina.
Las lecciones de ésta y otras hambrunas son relevantes para entender la crisis alimentaria mundial. La primera enseñanza es que el planeta es rico en biodiversidad y en recursos productivos. Pero hoy sólo 12 cultivos y 14 especies animales constituyen 80 por ciento de la oferta mundial de alimentos. La tendencia al monocultivo es uno de los principales peligros para la humanidad: la destrucción de agrobiodiversidad y la erosión de recursos genéticos son una catástrofe silenciosa que en el futuro provocará crisis frente a las que la hambruna de Bengala parecerá un picnic.
En el último siglo se ha ignorado este principio: la riqueza de la biodiversidad es la clave para enfrentar riesgos en el campo. Por eso la agrobiodiversidad es el mejor amigo de millones de productores independientes del mundo. Pero para la agricultura capitalista los sistemas de policultivo no son ideales para la rentabilidad, en parte porque son más intensivos en trabajo. En el espacio de la contabilidad capitalista, la homogeneidad y la tediosa uniformidad del monocultivo son esenciales.
La segunda lección es que los canales de comercialización, las agencias de intervención pública y una estructura saludable para la producción con pequeños productores independientes son los tres pilares para mantener un régimen de producción agrícola saludable. En Bengala esa tríada fue destruida con consecuencias catastróficas.
Desde 1982 los programas de ajuste y reformas estructurales dictados por los sabios del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio han perseguido los mismos objetivos que tuvo el régimen colonial inglés en India. Primero, destruir las bases de la producción de alimentos para “explotar las ventajas comparativas”. Segundo, perturbar las redes locales de comercialización para entregarlas a grandes conglomerados trasnacionales. Tercero, eliminar la intervención de agencias públicas que anteriormente permitía estabilizar precios mediante la administración de inventarios. El objetivo es claro: entregar el mercado mundial de alimentos a unos cuantos conglomerados trasnacionales. Hoy el saldo de la globalización es que 850 millones de personas están en peligro de morir de hambre, un holocausto que empequeñece al de Bengala hace 60 años.
Bajo los auspicios de Naciones Unidas se lleva a cabo en Roma una cumbre de jefes de Estado para analizar la crisis alimentaria. Mientras se reúnen, continúa la destrucción de la agricultura mundial. La pérdida de recursos genéticos se acelera con los monocultivos comerciales a nivel planetario. Los oligopolios en el mercado de semillas y productos agrícolas obtienen ganancias obscenas, pero Pascal Lamy hace llamados para concluir la Ronda Doha, como si la OMC no tuviera responsabilidad en el desastre. Y la aportación del Banco Mundial y las Fundaciones Rockefeller y Bill Gates es promover más de lo mismo en África. Mientras tanto, los grupos corporativos que dominan el comercio agrícola en el mundo se protegen en el mercado de futuros de Chicago, presionando todavía más los precios al alza.
Los participantes en la cumbre de Roma deben tomar en cuenta las lecciones de la historia. El enemigo es uno de los invitados de honor en su misma sala de juntas.
Alejandro Nadal
La Jornada (México)