jueves, 18 de diciembre de 2008

Loco de atar

Días antes de asegurar que su revolución es "pacífica aunque no desarmada", el teniente coronel Chávez recorrió Rusia tratando de reeditar la Guerra Fría, lo peor del armamentismo y la violencia. Chávez mantiene que la economía venezolana ha crecido un 150% desde que está en el poder. En 1999, el petróleo se vendía a 12 dólares el barril; su precio ha aumentado un 900%, es decir, está a 120 dólares. Si tenemos en cuenta que la producción petrolera significa el 25% del producto venezolano, aun suponiendo que el resto de las actividades no crecieran nada el PIB de Venezuela debería haber aumentado un 225%.
Otro pilar de su popularidad es la supuesta "política social a favor de los pobres" y su prédica "antiimperialista". Pero lo que hace es concentrar el dinero en manos del Estado, dinero que pagan todos los ciudadanos, fundamentalmente los más pobres, por vía impositiva, inflacionaria y otras, para luego repartirlo (por medio de una ineficiente y corrupta burocracia) en la consolidación de su propia popularidad.
A través de PDVSA monopoliza toda la actividad petrolera y centraliza fondos que maneja arbitrariamente financiando las "misiones", 17 programas sociales creados a partir de 2003 que son pura demagogia. La realidad es que Chávez ha creado muchos pobres.
La "misión" supuestamente más exitosa reparte alimentos a través de Mercal, "mercados de alimentos", donde los precios son 40% más baratos que en los supermercados porque no pagan impuestos. Pero hasta los chavistas admiten que en Mercal la malversación de fondos, los sobornos, el clientelismo y la reventa en el mercado negro están a la orden del día. A ello se suma un terrible desabastecimiento de pollos, carne, huevos y leche que hoy son artículos de lujo en Venezuela. Paralelamente al desabastecimiento y a la inflación, aumenta la criminalidad como consecuencia de la desocupación y la miseria. Venezuela ocupa uno de los primeros lugares del mundo en muertes con armas de fuego, con más de 34 homicidios anuales por cada 100.000 habitantes.
Según cálculos privados, PDVSA recibe unos 60.000 millones de dólares al año, que divididos entre 27 millones de habitantes tocarían a 2.222 a cada venezolano, o un promedio anual de 8.900 dólares a cada familia. Esto, sumado al resto de la producción no petrolera, debería haber acabado con la pobreza. Pero la realidad es todo lo contrario, ya que inclusive según cifras oficiales el 28,5% de los venezolanos sigue siendo muy pobre y la inflación en el precio de los alimentos alcanzó un nuevo récord, aumentando un 49,9% entre julio de 2007 y julio de 2008.Recientemente, Chávez pasó por Buenos Aires para juntarse con Lula y la presidente argentina para tratar de levantarle el ánimo a esta última, muy deprimida porque "los ricos no la dejan redistribuir entre los pobres". Pero ella se anima comprándose pequeñas cosas, como bolsos de 40.000 dólares. De paso por aquí, el teniente coronel nos recordó su viejo proyecto del Gasoducto del Sur, de Caracas a Buenos Aires, proyecto faraónico que, obviamente, nunca se hizo. Pero ahora habla de una Aerolínea del Sur, y más: "¿Ustedes conocen Europa? Allí uno puede tomar un tren en Lisboa y bajarse en Moscú. Llegaría el día en que tú te montes en un ferrocarril aquí en Buenos Aires y te bajes en Caracas", nos aseguró. En su próximo viaje a Buenos Aires quizás nos proponga un tren a la Luna, para lo cual debería contactar a la NASA o, preferiblemente, a algún buen psiquiatra.

© AIPE

Alejandro A. Tagliavini - Analista político argentino

lunes, 8 de diciembre de 2008

Premio Ortega y Gasset de Fotografía 2008

Este discurso fue pronunciado por Gervasio Sánchez el 7 de mayo último en el acto de recepción de los Premios Ortega y Gasset. Estaban presentes la vicepresidenta del gobierno, varios ministros y ex ministros, la presidenta de la Comunidad de Madrid, el alcalde Madrid, el presidente del Senado y centenares de personas.
Sin embargo no fue publicado por El País ni por ningunos de los medios que patrocinan ese premio. Lean y sepan porqué.
Estimados miembros del jurado, señoras y señores:Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo.Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad.Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película 'Cuentos de la luna pálida' de Kenji Mizoguchi.Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.Muchas gracias.
GERVASIO SÁNCHEZ