martes, 30 de junio de 2009

¿El único culpable?

Wall Street ya tiene su trofeo. La crisis financiera necesitaba un culpable. Alguien en quien descargar la ira de cientos de miles de ahorradores que han perdido su dinero. Y el gestor de fondos Bernard Madoff daba el perfil perfecto. Pasará el resto de sus días en prisión por su ya famosa estafa multimillonaria. Pero uno tiene la sensación de que hay algo de chivo expiatorio en Madoff. Parece que no le han juzgado sólo por los delitos que él cometió, sino también por todos los pecados y excesos cometidos por el sistema financiero americano en los últimos años. Parece como si este gestor de fondos tuviera que cargar con una culpa colectiva, con la de todo Wall Street.
La condena de Bernard Madoff deja, en cualquier caso, muchas preguntas en el aire. ¿Es Madoff el único culpable de la estafa piramidal organizada en su negocio familiar? Después de la que ha caído y sigue cayendo, ¿de verdad que Madoff es el único gestor que merece estar en la cárcel? ¿Las responsabilidades penales por todo lo que ha sucedido en la crisis financiera comienzan y acaban en Madoff? ¿No hay más culpables? ¿Nadie más asumirá responsabilidades? ¿Aquí acabará todo?
Alejandro Ramírez - Junio 2009

martes, 23 de junio de 2009

Guinea: Anatomía de un golpe de estado (II)

Guinea como objeto de deseo
A todo esto, ¿qué motivos podía haber para dar un golpe de estado en Guinea?Guinea no era un país precisamente rico hasta mediados de la década de 1990. Pero la valoración del país dio un giro radical en 1996, cuando la petrolera americana Mobil descubrió una gran bolsa de petróleo en las aguas del Golfo de Guinea.Desde entonces, una serie de empresas fundamentalmente (aunque no sólo) de Estados Unidos, lideradas por ExxonMobil y Triton, han invertido más de 8.000 millones de dólares en las tareas de prospección y extracción, alcanzando la producción de petróleo en Guinea la cifra de 350.000 barriles diarios en 2004, lo que la convierte en el tercer país del Africa Subsahariana en producción de petróleo, sólo por detrás de Nigeria y Angola. El petróleo representa, en estos momentos, más del 80% del PIB del país. La empresa petrolera española Repsol también cuenta con un permiso de prospección petrolífera.El vecino de Guinea Ecuatorial, Gabón, se encuentra en la situación precisamente contraria: la producción de petróleo del país ha disminuido paulatinamente, al irse agotando sus reservas. Gabón es un país profundamente subordinado a Francia; la comunidad francesa representa el 4% de los habitantes de la capital. Como dato curioso, Gabón es el país con mayor consumo de champán francés per cápita del mundo. El país está dirigido, desde hace más de cuarenta años, por el decano de los dictadores africanos, Omar Bongo, que se convirtió al Islam en 1971 y es el Gran Maestre de Diálogo, la primera gran logia africana en ser reconocida por la masonería francesa.Entre ambos países hay una serie de islas en la bahía de Corisco (Mbañé, Cocoteros y Conga) cuya propiedad Gabón le disputa a Guinea Ecuatorial. La más conflictiva de esas islas es Mbañé, que pertenecía a España desde marzo de 1843 y que pertenecería en la actualidad, por tanto, a Guinea Ecuatorial. Sin embargo, Gabón ocupó ilegalmente el islote en 1972 y desde entonces está latente un conflicto diplomático que, en principio, no tenía demasiada importancia, pero que pasó a complicarse al descubrirse petróleo en las aguas de la bahía de Corisco. Al no haberse delimitado nunca con precisión las aguas territoriales y las fronteras marítimas, la posesión de ese islote puede significar la diferencia entre acceder a un yacimiento petrolífero o no.En la actualidad, ese conflicto está sometido al arbitraje de la ONU, que primero nombró a un franco-canadiense (Yves Fortier) como mediador y recientemente lo sustituyó por un suizo (Nicolas Michel), sin que se hayan producido avances de ningún tipo.La situación política en Guinea Ecuatorial está marcada, por tanto, por dos factores estrechamente relacionados: la abundancia de petróleo en sus costas y el larvado conflicto territorial con Gabón.A esos dos factores se une el hecho de que la de Guinea Ecuatorial es una de las dictaduras más corruptas y menos respetuosas de los derechos humanos que existen y que, para colmo, está amenazada de una permanente inestabilidad, dado el precario estado de salud de su presidente Teodoro Obiang. Los conflictos sucesorios forman parte inherente de la convulsa política interior guineana, con dos candidatos enfrentados a la hora de suceder a Obiang: su hermano, Armengol Ondo Nguema, uno de los hombres fuertes del sanguinario régimen; y el hijo de Obiang, que ha heredado de su padre el nombre de Teodoro, aunque al parecer no las aptitudes para dirigir ese conflictivo país.Grandes reservas de petróleo, un régimen dictatorial con pocos apoyos en el exterior y una situación interna enormemente convulsa. Ésos eran los factores que se aunaban en 2004 para convertir Guinea Ecuatorial en un oscuro objeto de deseo.Crónica de un golpe malditoLos detalles del golpe se fijaron, según la declaración de Simon Mann, en mayo de 2003, en una reunión en la casa del libanés Eli Calil en Londres, a la que asistieron el propio Mann y Mark Thatcher, El plan consistía, según declaró ante un tribunal sudafricano uno de los implicados, Crause Steyl, en utilizar algún tipo de añagaza para atraer a Teodoro Obiang hasta el aeropuerto de Malabo, con el fin de secuestrarlo y trasladarlo a España.Para el éxito del golpe se contaba con una baza fundamental. El mercenario Nick Du Toit, a quien algunas informaciones periodísticas sin confirmar relacionan con el tráfico de armas y de diamantes, había estado trabajando dos años en Guinea Ecuatorial para el propio dictador Teodoro Obiang, con un contrato para entrenar las fuerzas paramilitares y los cuerpos de aduanas guineanos. Era un hombre de confianza de la familia Obiang.En 2003, después de vencer ese contrato, Du Toit entró otra vez en Guinea como hombre de negocios, aparentemente para montar un empresa dedicada a la pesca. En la práctica, su misión consistía en preparar el terreno para el triunfo de la intentona golpista que habría de tener lugar al año siguiente.Según la declaración de Steyl, Nick du Toit, aprovechando su amistad con Obiang, iba a pedir al presidente guineano que fuera al aeropuerto de Malabo, porque supuestamente le iban a regalar allí varios vehículos todoterreno de lujo que acababan de llegar por avión. La idea, según Steyl, era que "hubiera hombres armados dentro del avión, entre los vehículos, apoyados por la fuerza que habría llegado desde Sudáfrica". De ese modo, Obiang sería secuestrado y, al mismo tiempo, Severo Moto desembarcaría en Guinea y se haría con las riendas del país.Serían tres los equipos que participarían en la operación: el primero de ellos, dirigido por Du Toit, se infiltraría como avanzadilla en Malabo con anterioridad al golpe, para preparar la trampa destinada a Obiang. Un segundo equipo, formado por el grueso de los mercenarios, viajaría desde Sudáfrica el mismo día del golpe, con las armas. Finalmente, un tercer equipo sería el encargado de escoltar a Severo Moto desde España hasta Guinea, para hacerse con las riendas del poder. Du Toit ayudaría, asimismo, a Simon Mann en todo lo relativo al acopio de las armas.De cara a preparar la logística del atentado, Mann y Du Toit contrataron los servicios de varios mercenarios de alto nivel. La adquisición y el pilotaje de los aviones que habría que utilizar en la operación se le encargó a un antiguo compañero de ambos, Crause Steyl, que dirigió las operaciones aéreas de Executive Outcomes a mediados de los 90.Otros dos mercenarios de alto nivel, Harry Carlse y Louwtje (Lourens) Horn, se encargarían de ayudar a Mann y Steyl con las tareas de aprovisionamiento. Carlse y Horn trabajaban para otra empresa de seguridad, Meteoric Tactical Solutions, con sede en Pretoria. El primero de ellos era su representante para Oriente Medio, mientras que el segundo era el representante para Iraq. El director de Meteoric Tactical Solutions niega cualquier implicación de la empresa en la intentona y, como veremos después, su papel puede ser más complejo de lo que a primera vista parece.Simon Mann iba diciendo a los hombres a los que contrataba que el golpe contaba con el apoyo de los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Gran Bretaña y España, y con la autorización del servicio secreto y del gobierno sudafricanos. Como luego veremos, aquello tenía bastantes pocos visos de ser cierto.Crause Steyl se encargó de seleccionar los aviones y helicópteros que se iban a utilizar para el golpe. Según su declaración ante los jueces sudafricanos, el propio Mark Thatcher (con quien se reunió en tres o cuatro ocasiones y que le había sido presentado por Greg Wales en un aeropuerto cercano a Johannesburgo) le ayudó en esas tareas de selección.El asunto de los helicópteros se trató inicialmente en julio de 2003, en una reunión entre Simon Mann, Mark Thatcher y Nick Du Toit, según la declaración de este último.En el último trimestre de 2003, Mark Thatcher y Crause Steyl montaron en Sudáfrica una empresa denominada Triple A Aviation Services (lo de Triple A quiere decir "Air Ambulance Africa"). La inversión de Mark Thatcher fue de 275.000$. La tapadera de la empresa era la prestación de servicios de ambulancias aéreas, pero en realidad debía encargarse de dar cobertura legal a las adquisiciones de material aeronáutico para el golpe. En enero de 2004, Triple A Aviation Services firmaba el correspondiente contrato con Logo Logistics, la empresa de Simon Mann. Dos de las empresas de Du Toit (MTS y Triple Option Trading 610) firmaron contratos similares con Logo Logistics.En cuanto a las armas, la intención era adquirirlas a la empresa Zimbabwe Defence Industries, propiedad del propio gobierno de Zimbabue y dirigida por el coronel Tshinga Dube. En las negociaciones, que se llevaron a cabo durante el primer trimestre de 2004, participaron Simon Mann, Nick Du Toit y una tercera persona no identificada. La lista de la compra incluía 20 ametralladoras, 61 rifles de asalto AK-47, 150 granadas de mano, 10 lanzagranadas, 100 granadas RPG y 75.000 cargadores. El importe total de la factura ascendía a 180.000$.Por lo que respecta a los mercenarios de a pie, se contrataron a través de diversas empresas del sector, incluyendo a la propia Military Technical Services de Nick Du Toit. El primer grupo (el de Du Toit) estaba formando por 8 sudafricanos, un alemán y 6 armenios (aunque no está del todo clara su composición, dado que el 7 de marzo de 2004 las autoridades guineanas afirmaron haber detenido a 10 sudafricanos, 4 armenios, 4 kazajos y un alemán).El segundo de los grupos, el de Simon Mann, que viajaría desde Sudáfrica, estaba formado por 20 sudafricanos, 18 namibios, 23 angoleños, dos congoleños y un zimbabués, aunque al parecer todos ellos tenían pasaporte de Sudáfrica. A esos mercenarios se les dijo que iban a la República Democrática del Congo, a realizar labores de seguridad en una zona minera. La intención era hablarles del verdadero objetivo de la misión sólo cuando el avión de transporte hubiera salido de Sudáfrica. El avión había de ser pilotado por Neil, el hermano de Crause Steyl.El tercero de los grupos, el que debía escoltar a Severo Moto hasta Malabo, estaría compuesto por el propio Crause Steyl y otro sudafricano, que se encargarían de pilotar un avión King Air 200.Al comenzar marzo de 2004, Simon Mann ya había recibido en su cuenta centenares de miles de dólares, probablemente para hacer frente a la compra de las armas. Uno de los pagos, de 134.000 $, había sido realizado aparentemente por un tal JH Archer. Otro pago, de 100.000 $, provenía de la empresa Air Africa Ambulance. El grupo de avanzadilla de Nick du Toit, por su parte, había llegado a Guinea Ecuatorial en enero, para ir preparando el terreno.Una semana antes del golpe, Crause Steyl se encargó de adquirir en Estados Unidos, por cuenta de Logo Logistics, un Boeing 727-L100, con número de registro N-4610, que se utilizaría para transportar a los mercenarios desde Sudáfrica a Guinea Ecuatorial. El avión, que antiguamente había pertenecido a la Fuerza Aérea Estadounidense, fue adquirido a la empresa Dodson Aviation Inc de Kansas.Mientras Crause Steyl terminaba de cerrar la logística de transporte, Harry Carlse y Lourens Horn se reunieron con Simon Mann en Zimbabue, para recoger las armas y esperar allí a los mercenarios que habían de llegar desde Sudáfrica. En cuanto al resto de mercenarios, la última semana en Sudáfrica, antes de la operación, la pasaron entrenando con fusiles de asalto AK-47.Al parecer, hubo dos retrasos en los planes, porque la operación estaba inicialmente prevista para el día 18 de febrero, luego se atrasó al 5 de marzo y finalmente se decidió ejecutarla el día 7. Simon Mann insistía en que sus instrucciones eran llevar a cabo la operación antes de las elecciones legislativas en España, previstas para el 14-M.En cualquier caso, el 7 de marzo los distintos equipos de mercenarios se pusieron en marcha de acuerdo con los planes previstos, directos al desastre. El equipo procedente de Sudáfrica sería detenido en el aeropuerto de Harare (Zimbabue), mientras que el equipo de Du Toit sería arrestado por la policía de Obiang en Malabo.
Luis del Pino - 2009

domingo, 14 de junio de 2009

Guinea: Anatomía de un golpe de estado (I)


El viaje a ninguna parte


7 de marzo de 2004. Aeropuerto de Harare, Zimbabue. Tres hombres esperan la llegada de un Boeing 727 que ha despegado del aeródromo de Wonderboom, cerca de Pretoria (Sudáfrica). El avión, que transporta 64 mercenarios, tiene previsto hacer una escala para repostar, antes de proseguir viaje hacia Guinea Ecuatorial, aunque en su hoja de ruta se afirma que su destino final es Burundi. En el aeropuerto de Harare esperan también cargar las armas que los tres hombres que aguardan a la aeronave han estado tratando de adquirir en Zimbabue a lo largo de los días anteriores.Pero la operación está condenada al fracaso desde el principio. Los servicios secretos de Sudáfrica y Angola han avisado al gobierno de Zimbabue de la llegada del Boeing, con lo que la policía detiene tanto a los 64 pasajeros, como a los 3 hombres que esperaban la llegada del avión. Inicialmente, las autoridades del país afirman que los mercenarios se aprestaban a dar un golpe de estado en el propio Zimbabue, y culpan de ese intento de golpe a Estados Unidos e Inglaterra, aunque posteriormente, pasada la confusión de las primeras horas, pondrían el suceso en relación con un intento de golpe de estado en Guinea Ecuatorial.7 de marzo de 2004. Malabo, capital de Guinea Ecuatorial. La policía del dictador Teodoro Obiang arresta a 15 mercenarios por su presunta implicación en un intento de golpe de estado y decreta el cierre parcial de las fronteras. Entre los detenidos, que al parecer llevaban en el país más de un mes preparando el terreno, hay varios kazajos, armenios, sudafricanos de origen angoleño y sudafricanos blancos, además de un alemán, Merchz Gerad Euyen. El mercenario alemán moriría once días después en circunstancias no aclaradas. Según las autoridades guineanas, murió por "un cuadro de paludismo cerebral"; según las organizaciones de derechos humanos, murió a causa de las torturas infligidas por la policía. En los domicilios de los mercenarios, la policía se incauta de varios planos de Malabo, aparatos de comunicaciones, teléfonos vía satélite, lanchas rápidas y otros tipos de material.7 de marzo de 2004. Bamako, capital de Malí. Un nervioso Severo Moto, presidente del gobierno guineano en el exilio, acompañado de otros tres compatriotas, espera la llamada telefónica que le confirme que puede viajar a Guinea Ecuatorial. Acaba de llegar ese mismo día desde Canarias, en un King Air 200 de la empresa Triple A, pilotado por dos sudafricanos, que previamente había hecho viaje de Madrid a Canarias. Tras una hora de espera, Moto recibe la ansiada comunicación telefónica, pero las noticias no son buenas: la operación se ha ido al garete. El avión, que ha salido de Canarias ilegalmente, emprende el regreso hacia el aeropuerto de Gando.Así caía el telón aquel 7 de marzo, en tres lugares de Africa diferentes, sobre lo que no es otra cosa que la crónica de un golpe anunciado. Una desastrosa operación de la que, en realidad, todo el mundo estaba al tanto casi desde que se pusiera en marcha.Soldados de fortuna, millonarios, pozos petrolíferos, dictadores, servicios de inteligencia, golpes de estado... La historia de esa operación nacida para fracasar parece sacada de cualquier guión de Hollywood. Un guión en el que el mercado de los mercenarios, mucho más prosaico de lo que la gente se imagina, juega un destacado papel.MercenariosEl sector de los "servicios militares privados" constituye un mercado floreciente y rentable. Tan floreciente, que un soldado de fortuna puede llegar a embolsarse 30.000$ al mes por sus servicios, aunque las tarifas habituales suelen ser algo más bajas, en torno a los 10.000$ mensuales.Muchas de las empresas que se mueven en ese sector son negocios perfectamente legales, que trabajan por encargo de gobiernos democráticos en tareas de seguridad u operaciones militares sometidas a escrutinio público. La más conocida de esas empresas en la actualidad es la famosa Blackwater, que ha estado operando en Iraq en los últimos años por cuenta del gobierno de Estados Unidos.Pero, junto a esas empresas de las que no consta que hayan llegado a cruzar "la delgada línea roja", existe también un gran número de otras compañías que ofrecen servicios más "delicados" a todo aquél que los pueda pagar. Servicios que pueden ir desde las operaciones encubiertas a la organización de golpes de estado a la carta.En muchos casos, esas empresas de mercenarios tienen vínculos no demasiado indirectos con diversos servicios de inteligencia, puesto que sus plantillas se nutren, en buena medida, de personas que han trabajado anteriormente en lucha antiterrorista, en tareas de información o en cuerpos de operaciones especiales. Eso no quiere decir que actúen siempre al dictado de los servicios de información, aunque sí es cierto que existen canales de comunicación fluidos.En muchos casos también, esos auténticos ejércitos privados tienen intereses directos en compañías de prospección minera o petrolífera, porque esas compañías se cuentan entre las pocas dispuestas a adelantar los recursos necesarios para organizar las operaciones; y también porque, en muchos casos, los beneficiarios locales de esas operaciones mercenarias (el gobierno que accede al poder, o que se mantiene en el mismo, como resultado de una operación) pagan los servicios de las empresas de mercenarios mediante concesiones de un tipo u otro.Sudáfrica ha sido, tradicionalmente, uno de los países con un mercado de mercenarios más floreciente y existen buenas razones para ello. En 1989, con el régimen del apartheid en pleno proceso de descomposición, el gobierno de Sudáfrica aprobó una serie de recortes en la estructura militar, que llevaron a prescindir de los servicios de miles de miembros de las fuerzas especiales sudafricanas. Se trataba de soldados con una amplia experiencia militar en las guerras fronterizas que Sudáfrica había mantenido entre 1966 y 1989, en Angola y Namibia.Como resultado de aquel desmantelamiento, se fundaron numerosas empresas de "servicios militares privados", alguna de las cuales, como Executive Outcomes, llegó a contar con 500 asesores militares y más de 3.000 soldados.Al principio, aquellas empresas operaban sin ningún tipo de control, habiendo jugado un papel destacado en las sangrientas guerras de Angola y Sierra Leona. Pero en 1998, el gobierno sudafricano, una vez finalizado el régimen del apartheid, promulgó una ley prohibiendo las actividades mercenarias, con lo que algunas de esas empresas cerraron, otras se reciclaron para dedicarse a actividades más legales y otras continuaron con sus operaciones habituales, aunque de forma bastante menos ostentosa.En el golpe de estado de Guinea participaron, como luego veremos, empleados de varias de esas compañías de "servicios militares privados", aunque hay dos personajes clave en la trama.El primero de ellos es un mercenario llamado Simon Mann. Educado en la exclusiva escuela británica de Eton e hijo de un gran empresario del sector cervecero, Simon Mann fue miembro del cuerpo de operaciones especiales británico (SAS), antes de dedicarse primero a temas de seguridad informática y luego a actividades mercenarias.Trabajó primero para la empresa Executive Outcomes, de la que ya hemos hablado, y posteriormente para Sandline International, otra compañía de "servicios militares privados" fundada a principios de la década de 1990 en el Reino Unido por, entre otros, Tony Buckingham, propietario de la empresa petrolífera canadiense Heritage Oil, que cotiza en la bolsa de Toronto, y por Tim Spicer, un antiguo teniente coronel del ejército británico. Sandline International estuvo en el pasado implicada en algunos sonoros fracasos, como una frustrada operación contra la guerrilla rebelde en Papua-Nueva Guinea (operación que no sólo fracasó, sino que le costó el puesto al gobierno que había contratado a los mercenarios) o un fallido intento de golpe de estado en Liberia en 2003 (financiado por un millonario de la India, que buscaba que un nuevo gobierno le otorgara concesiones para la explotación de minas de diamantes y otros minerales). Sandline International cesó en sus operaciones el 16 de abril de 2004, poco después del fiasco de Guinea Ecuatorial.Fue Simon Mann, ex-empleado de Executive Outcomes y empleado de Sandline International, uno de los que se encargaría de organizar la logística del golpe de estado en Guinea, aunque parece ser que a través de otra compañía, perteneciente al propio Simon Mann: Logo Logistics, domiciliada en el paraíso fiscal de Guernsey. Nadie ha podido probar, al menos de momento, la implicación de Tony Buckingham y Tim Spicer en el golpe de estado de Guinea.La segunda persona que juega un papel fundamental en la trama es Nick Du Toit, un ex oficial del ejército sudafricano que también contaba con su propia empresa de "servicios militares privados": Military Technical Services (MTS), fundada en 1989 por el general retirado Tai Minaar, que murió en extrañas circunstancias en septiembre de 2001, al parecer envenenado. Du Toit también había formado parte hacía años, como Mann, de la empresa Executive Outcomes.Simon Mann y Nick Du Toit se encargaron, por tanto, de la mano de obra mercenaria y la logística del atentado. Pero, para dar un golpe de estado, lo fundamental no es la mano de obra, sino el dinero para financiar las operaciones. Así que comencemos por el principio.Personas de dineroEl millonario de origen libanés Ely Calil conoció a Severo Moto, el jefe de la oposición guineana en el exilio, en 2001. Les presentó en Madrid, según publicó en su día el periódico El Mundo, un miembro de la familia Garrigues. Desde entonces, Calil había estado financiando las actividades opositoras del guineano, quizá por amistad, como Severo Moto afirma, o quizá con vistas a cobrarse en un futuro los réditos de su inversión.Ely Calil es un personaje envuelto en el misterio. Sólo se conoce una fotografía suya, que se hizo hace más de treinta años, el día de la boda con su primera mujer, Frances Condron, modelo e hija de un millonario del tabaco de Tennessee. Nacido en Kano (Nigeria) en 1945, de padres libaneses, Ely Calil cuenta con la ciudadanía británica y senegalesa, y vive a caballo entre París y Londres.Fue Calil quien puso en contacto a Severo Moto con el mercenario Simon Mann a principios de 2003, en el hotel Intercontinental de Madrid. Severo Moto, como él mismo confirmó a un medio inglés, contrató a Mann para que le facilitara protección durante el regreso a su país, aunque insiste en que su intención era "luchar por un cambio democrático", no dar un golpe de estado. La misma versión sostiene Calil, que reconoce haber financiado a Moto y haber servido de introductor de embajadores entre Moto y Simon Mann, aunque afirma que la idea nunca fue quitar el poder violentamente al dictador guineano Obiang.La versión de Simon Mann es radicalmente distinta: según él, el contrato firmado con Moto preveía que Mann se convirtiera en el jefe de la guardia presidencial de Severo Moto una vez expulsado Obiang del poder, mientras que la mano derecha de Moto sería Karim Fallaha, otro libanés socio de Calil, con éste controlándolo todo en la sombra. Detrás de Calil estaría, según Simon Mann, otro grupo de gente "muy rica y muy poderosa", aunque dice no conocer sus nombres.Según lo declarado por James Kershaw, testigo de la fiscalía en uno de los juicios celebrados en Sudáfrica, Calil estaba a la cabeza de un grupo de inversores británicos y libaneses, a quienes se les prometieron beneficios cinco veces superiores al dinero invertido. Según ese testimonio, además de Eli Calil, que habría aportado 750.000$ y de Simon Mann, que habría puesto 500.000$, otros cuatro hombres aportaron otros 500.000$ cada uno: Karim Fallaha, el libanés socio de Calil; Greg Wales, un hombre de negocios británico que actuaba, al parecer, como contable de Mann; Gary Hersham, un empresario inmobiliario de Londres; y David Treman, otro empresario británico afincado en Sudáfrica. Sin embargo, la implicación de estas personas no se ha podido probar y todas ellas niegan tener nada que ver con el golpe. Al igual que tampoco se ha podido probar la implicación del escritor y ex-dirigente del Partido Conservador británico Jeffrey Archer, de quien se dijo que había transferido 134.000$ a una cuenta bancaria de Simon Mann. De quien sí se consiguió probar la implicación en el golpe de estado de Guinea es de Mark Thatcher, el problemático hijo de la ex-primera ministra británica Margaret Thatcher.Nacido el 15 de agosto de 1953, Mark Thatcher es, fundamentalmente, un bon vivant. Se casó en 1987 con Diane Burgdorf, la hija de un millonario de Texas dedicado a la distribución de automóviles, a quien conoció mientras trabajaba como representante de la marca de coches de lujo Lotus. Se mudó a Sudáfrica en 1994, huyendo de un escándalo financiero, y se afincó en un lujoso barrio de Ciudad del Cabo.Cinco meses después del fallido intento de golpe en Guinea Ecuatorial, las autoridades sudafricanas lo pusieron bajo arresto domiciliario, cuando ya estaba a punto de huir hacia Estados Unidos. Mark Thatcher fue acusado de haber invertido unos 275.000$ en la operación, que habrían ido destinados, básicamente, a proporcionar los medios aéreos para el golpe.Fue puesto en libertad tras reconocerse culpable, ante un tribunal sudafricano, de violación de las leyes contra los mercenarios. El tribunal le condenó a pagar una multa de 335.000 euros y a 4 años de prisión, aunque la condena fue suspendida.Mark Thatcher y Eli Calil se conocían de tiempo atrás. Según Simon Man, los dos hombres de negocios y él mantuvieron en Londres varias reuniones preparatorias del golpe. Thatcher y Calil lo niegan.Además del puesto de jefe de la Guardia Presidencial de Severo Moto, a Simon Mann se le prometió, al parecer, un pago de 1 millón de libras esterlinas en efectivo, más una serie de derechos de explotación petrolífera, por organizar la operación. Según datos sin confirmar difundidos por las autoridades guineanas, fue Calil el encargado de transferir ese millón de dólares a la cuenta de Simon Mann. En cuanto a los mercenarios que participarían en la operación, el pago inicial sería de 3.000$, según las declaraciones posteriores de algunos de los implicados, y, si el golpe tenía éxito, cada hombre recibiría 30.000$ más y pasaría a formar parte de la guardia presidencial del nuevo jefe de estado guineano.Por lo que a Nick du Toit se refiere, parece que se le prometieron 5 millones de dólares por su participación en la operación.
Luis del Pino - Mayo 2009